Esenios, cátaros y utopía

 
 

Esenios, Cátaros y la utopía hecha realidad

 

La comunidad de los esenios fue un movimiento social de tipo místico desarrollado a partir del siglo II antes de Cristo. La primera identificación de los esenios fue dada por Plinio, quien describe un primer asentamiento esenio a orillas del Mar Muerto. Su vida en aquella época se desarrollaba en Qumram, al norte de Engaddi, Palestina. La estructura comunal de aquel grupo de personas era realmente muy especial y avanzada por aquel entonces. De hecho, hoy en día se podría decir que las comunidades esenias fueron las que plantaron las semillas de una verdadera democracia, pues sus propiedades eran de la comunidad, nunca privadas. Ningún esenio tenía esclavos ni hacían sacrificios, lo cual era rarísimo en aquella época. Su vida comunal se mostraba tanto en la organización de las viviendas, como en las comidas grupales, en los núcleos familiares compartidos y en el trabajo diario, que era mayormente agrario y artesano, siendo muchos de ellos recolectores de plantas medicinales; un numeroso grupo de esenios eran terapeutas y sanadores.

 

El nombre “esenio” que adoptaron provenía del vocablo asirio ‘essaya’ que significa ‘médico curador del cuerpo y el alma’ que en griego era llamado Therapeutae. Su único ministerio público era sanar las enfermedades físicas y morales, según sus propias palabras. Muchos estudiaban con gran diligencia ciertos escritos médicos sobre la virtud oculta de las plantas. De hecho, los ‘terapeutas’ eran una rama de los esenios totalmente diferente puesto que vivían en monasterios y eran muy moderados respecto a vestimenta y comida. Su convivencia comunal era mucho más solitaria y de retiro que el resto de las comunidades esenias, más familiares. Los terapeutas pertenecían más al ‘círculo interno’ pero ambas ramas tenían una filosofía común, extremadamente parecida a la de los pitagóricos. Lo cierto es que los terapeutas esenios eran conocedores de las prácticas médicas más avanzadas de su época, al parecer aprendidas de los egipcios.

 

Filón de Alejandría y Flavio Josefo enfatizan que los esenios tenían propiedades en común, mientras que Plinio nos dice que vivían sin dinero. F Josefo escribió que aquellos que entraban en la secta transferían su propiedad a la orden; consecuentemente, entre ellos no había ni una extremada pobreza ni una superabundancia de riqueza, todo se compartía, como entre hermanos, una propiedad común a todos. De hecho, nunca hacían transacciones comerciales entre ellos.

 

La terapia esenia mayormente emplea el poder sanador de la luz y el sonido, así como el masaje con aceites esenciales puros en ciertos puntos energéticos del cuerpo. La finalidad de los cuidados esenios era mantener y restablecer el equilibrio armonioso entre el cuerpo, la psique, el alma y el espíritu. Este tipo de sanación y cuidados con las manos y el corazón del terapeuta, actúa restableciendo la circulación de la energía, la cual ha podido ser perturbada básicamente por el estrés, la enfermedad y las dificultades de la vida cotidiana, pero muy especialmente por lo que ha venido a llamarse las formas-pensamiento. Este término se refiere a los pensamientos y emociones tóxicas, generalmente no expresadas, que según ellos tienen diversos orígenes.

 

Cuando oímos hablar de una sociedad justa, amorosa y solidaria… a menudo nos chirrían los oídos y algo se encoge en nuestro interior. Incluso nuestro sentido crítico actual, la bondad, el amor y la justicia nos resuenan a una gran utopía de nuestra Humanidad.

 

Casi dos mil años después de su olvidada existencia, encontramos los manuscritos de Qumram que nos confirmaron que no se trataba de una utopía sino de una realidad.

 

Esos magníficos textos nos desvelaron la existencia durante dos siglos al menos, de un pueblo pacífico, fraternal y solidario, dedicado a oficios básicos, al estudio de las plantas y a la sanación de los cuerpos y las almas. Tuvieron que vivir semiaislados en aldeas y lugares alejados de las grandes urbes, pero aún así, los esenios representaban siempre un peligro social y religioso para el poder de la época. Finalmente, el ejército romano destruyó definitivamente el último asentamiento esenio en el año 68 de nuestra era.

 

Sin embargo la comunidad esenia no fue la única en intentar esa aparente utopía. Del mismo corazón de la Europa feudal, surgió el movimiento cátaro. Desde el interior de Alemania y por las zonas de la Champagne y el Languedoc en Francia, en el siglo diez evoluciona y se expande el catarismo, otro movimiento muy parecido al de los esenios. A los cátaros se les llamaba ‘los hombres buenos’ (Bon Homes) porque practicaban una filosofía basada realmente en el cristianismo pero muy diferenciada de la ortodoxia católica, la cual ya llevaba asentada como única religión oficial desde hacía 10 siglos.

 

El modo de vida y el compartir de los cátaros de hace mil años era mucho más cercano al ciudadano de a pie, muy democrático y justo, viviendo de sus trabajos simples y de las ayudas que recibían que siempre repartían entre toda la comunidad. Practicaban la simplicidad, la paz, la pureza y la honestidad absoluta, estudiaban y sentían en su interior los principios cristianos más puros y primigenios (no los que fueron malinterpretados y manipulados por la iglesia católica romana) pero esa filosofía de vida pronto rivalizó con los poderes e intereses políticos y religiosos de la época.

 

Así que nuevamente se repitió una intensa y obsesiva persecución de aquella comunidad cátara, esparcida ya por toda Europa, una represalia contra aquellos hombres y mujeres sabios y librepensadores, llamados herejes, unas almas que decidieron de por vida no acatar los condicionamientos del sistema de creencias oficial, sufriendo por ello sangrientas cruzadas organizadas por la iglesia católica durante décadas*. La aniquilación completa de los cátaros ocurrió durante la Cruzada Albigense entre 1209 y 1229. Aquel sueño de una humanidad justa, sana, amorosa y pacífica… de nuevo pasó por la hoguera.

 

La soledad del Sol - Marta Povo
*la iglesia católica con la gran piedad a la que nos tiene acostumbrados mandó matar a todos los cátaros incluyendo a mujeres y a niños; del mismo modo habían mandado ya anteriormente exterminar a los arrianos, unos cristianos con unas ideas mucho más parecidas a las que el Maestro enseñó; en la Península Ibérica esas luchas contra los cristianos más auténticos, los arrianos, nos las disfrazaron de luchas contra musulmanes, pues el arrianismo prendió más que en ningún otro lugar de Europa debido a las enseñanzas de Prisciliano, quien fue decapitado en el sur de Francia por orden de la iglesia y llevado a su tierra natal, Galicia, donde yace en Santiago de Compostela