LA TENTACIÓN como ayuda

 

Nadie está condenad@ y sólo hemos de salvarnos de nuestra propia ignorancia. El sagrado deber de “ellos” es servirnos la tentación como ayuda para no quedarnos estancados; el sagrado deber nuestro es saber elegir de acuerdo a lo que más nos convenga para nuestro crecimiento espiritual.

Nuestro ego es una herramienta muy importante para el juego que vinimos a poner en práctica, pues nuestra gran cantidad de vivencias y emociones está relacionada con él; hemos de manejarlo adecuadamente y así servirá para nuestro crecimiento.
 
Prácticamente a diario tendremos pruebas; sólo a través del conocimiento, la meditación para escuchar a nuestra alma y el pedirle a esta cosas sensatas podremos superar las pruebas habiendo salido de ellas fortalecidos, pues ésta es la misión que vinimos a cumplir; las pruebas para cada un@ serán diferentes según el área que cada un@ vino a mejorar.
 
La vida es un gran juego muy bien puesto en escena para que no nos demos cuenta tan fácilmente de ello; el velo del olvido sirve también a este fin. Todos nos daremos cuenta de ello al final, solo que unos antes que otros; lo ideal sería que nos convirtiéramos en jugadores lúcidos antes de acabar este viaje para así centrarnos con mayor fuerza en la búsqueda del “conocimiento útil” y en la ayuda a los demás.
 

No olvidar que tod@s somos UNO y que somos una pequeña parte del Gran Creador en pleno acto de creación.

 

El Libertario

 

 

El libre albedrío de cada alma se enfrenta perpetuamente a la elección entre la oscuridad y la luz. Eso es lo que vinimos a experimentar; eso es lo que vinimos a aprender. Y ése, queridos buscadores, es el propósito de nuestras vidas –por mucho que nuestras situaciones personales y la realidad mundial tiendan a poner un velo sobre ese propósito fundamental para nosotros.

Elegir la oscuridad simplemente nos mantiene enganchados en la rueda de la reencarnación durante tantas vidas como sean necesarias para soltarnos y entrar en la espiral de la luz. Elegir la luz, en el otro lado del polo, activa nuestra progresión de regreso a la Fuente

 

Del Consejo Supremo de Sirio

 

 

El pecado existe  tan solo en función de un dedo acusador que juzga.

Y ese dedo no tiene nada divino; procede de una humanidad que avanza a tientas por las dimensiones de la dualidad; pertenece a un juego de reglamentos y leyes inventadas por la divagación del alma.

 

Sin embargo, fue él quien creó este camino de exploración y libertad.

 

El pecado os hace mover dentro de la culpabilidad, colectiva e individual.

 

Y esta culpa adquirida también tiene una función: bloquear el inconsciente. Olvidar quiénes sois.

 

Parece que nacéis con una deuda por pagar (el supuesto pecado original) y además les dais este legado a vuestros descendientes. Hagáis lo que hagáis, parece que siempre vivís en ruptura con lo divino.

 

Y esa es la principal fuente del sufrimiento.

 

La culpa es la mejor fuerza para inculcar terribles frustraciones y miedos, para evitar o limitar la capacidad de libre albedrío, el resto de pequeñas culpas humanas no pueden descodificarse, pues todas proceden de ese antiguo código de culpabilidad por haberse separado del Creador.

 

Palabras de María Magdalena – Marta Povo 

*quienes crearon las religiones sabían muy bien lo que habían de hacer para que nunca alcancemos nuestro Hogar (lo que ellos llaman el Cielo, aunque más bien son muchos y de diferentes niveles según el grado de evolución de cada uno)

 

 

 

Yihad, Extremistas, Judíos, Cruzados

 

Sólo hay una Guerra Santa. Una, no dos. Es la guerra contra mí. Tu ego.

Tu enemigo es el Gran Satán, no las personas que ocupan tu territorio. No las personas que no creen en tu Dios. Soy yo. Sólo yo. Sí, todas las personas del mundo tienen una porción de mí dentro de ellas. Pero no puedes matar a esa fuerza llamada Satán en otra persona. Es un ejercicio de futilidad.

Estás escuchándolo directamente de una buena fuente. Yo soy quien te motiva a matar al Satán que hay en otra persona, porque sé que no funciona. Nunca ha funcionado, y nunca lo hará. No solo no funciona, sino que me fortalece. Cada vez que intentas acabar conmigo aniquilando a uno de tus semejantes, me vuelvo más fuerte. Les engaño para que crean que están en una guerra contra sus semejantes. No lo están. Estoy dentro de cada uno de ustedes, forzándolos a apuntar con el dedo a todos los demás.

Así que, aquellos que se hacen llamar cristianos, no culpen a los judíos. Ni a la iglesia. Ni a los papas de la historia. Ni a los adoradores del diablo. Ni a la iglesia de Satán. No culpen a nadie, aunque parezca justificado. Es una apuesta perdida. Cúlpenme sólo a mí. Sólo a mí. A nadie más que a mí. Sólo recuerden que yo soy su ego y no un demonio con cuernos que saca fuego por sus ojos y por la punta de sus dedos. Entonces acaben conmigo. Y nunca olviden que la única forma de derrotarme es sabiendo que soy su ego. No hay otra forma. Háganlo y acabarán con el Juego. No lo hagan y el fuego seguirá ardiendo.

 
 
SATÁN, Una Autobiografía de Nuestro Gran Oponente – Yehuda Berg